Acaban de darme la habitación. Las tomas de corriente en Sydney no son válidas para nuestros cargadores europeos. Esta tarde, después de una ducha, una siesta y comer, iré a buscar un adaptador.
Por lo demás, las primeras 27 horas del viaje no es que hayan tenido mucho interés, por suerte. Quitando una escala en Singapur de la que yo no tenía conocimiento alguno, todo se resume en controles de seguridad, horas sentado en el avión y la recogida en el aeropuerto de Sydney.
Un punto a favor: la amabilidad del chófer que me asignaron. Incluso con mis dificultades para entenderle ha sido muy amable. Me dio mucha información de la ciudad y se esforzó mucho en usar palabras y frases muy simples para conversar conmigo.
La pena es que aunque llegué al amanecer la ciudad estaba cubierta de niebla y no pude ver desde el avión su imagen aérea. Según me comentó el chofer es algo habitual en Sydney, cosa que yo desconocía totalmente.
Esta tarde iré a ver alguna cosilla ya que en el aeropuerto también me esperaba una persona de la agencia que me dio un mapa y me explicó perfectamente (y además en castellano) cómo ir a las principales zonas turísticas de la ciudad en los distintos medios de transporte.
De momento mí día 1 no es como el de los compañeros: la desventaja de ir tan lejos. Estoy seguro de que una vez que me acostumbre al nuevo horario y descanse un rato voy a disfrutar como el que más. ¡No puedo desperdiciar ni un minuto de este sueño!
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